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Corría el año 1969, Argentina era gobernada por otro gobierno de facto, la autodenominada “Revolución Argentina” presidida por el general Juan Carlos Onganía. El gobierno tomó una serie de medidas autoritarias y antiobreras, como la imposición del arbitraje obligatorio en los conflictos laborales, una ley de represión automática para huelgas y conflictos sindicales y la desactivación de la Comisión del Salario mínimo, vital y móvil, por la cual se congelaron la gran mayoría de las remuneraciones, que provocaron que el clima político y social generado fuera agravándose paulatinamente.

El 29 de mayo de 1969, en la ciudad de Córdoba, capital industrial del interior, se produjo la famosa revuelta popular conocida como el “Cordobazo”.

Irma Fuentes de Salis

Irma Fuentes de Salís

Obreros y estudiantes salieron unidos a las calles de Córdoba confluyendo desde los barrios periféricos e industriales hacia el centro de la ciudad. Irma Fuentes de Salís miembro de la Resistencia Peronista comenta cómo fueron los preparativos: “se anunciaba un paro general para los días 29 y 30 de Mayo. Los protagonistas, en su mayoría gente joven y combativa, empezamos a trabajar desde el 28 a la noche hasta las cuatro de la madrugada en una casa de barrio Jardín, junto a un grupo de compañeros, estudiantes y varios obreros de Luz y Fuerza, preparamos carteles, panfletos, grabaciones y otras cosas para participar con ánimo del paro”.

A la hora estipulada, interminables columnas de obreros, estudiantes, comerciantes, etc. avanzaron hacia el centro de la ciudad, aquella mañana bien templada, a pesar de la estación otoñal, me encaminé a mi trabajo. El paro estaba decretado para abandonar las tareas a las 10 de la mañana, yo trabajaba en una pequeña pensión de barrio Nueva Córdoba. Alrededor de la hora indicada sentí detonaciones a lo lejos, me apresuré para abandonar mi trabajo faltando algunos minutos, salí a la puerta de calle para observar el panorama, en ese momento justamente un grupo grande de obreros pasaba por la vereda, uno del grupo de obreros me dice… ‘señora, hay que salir a la calle hoy!!’… me sonreí, la pesadez y el sueño que sentía desaparecieron de mí”.

En cuanto al enfrentamiento con las Fuerzas Policiales recuerda: “me encontraba todavía en barrio Nueva Córdoba, en la calle Perú e Independencia, a media cuadra de la casa del gobernador, -cuando- sentí tiros muy cerca de mí, me detengo y veo en ese momento que 4 o 5 hombres se enfrentaron con la cana, les quitaron las armas, que entregaron sin resistencia porque detrás de esos 4 o 5 venían como 200 hombres dispuestos a todo, empezaron a empujar el coche patrullero al barranco quedando peligrosamente colgado, los tres policías que venían en el coche quedaron con las manos en alto”.

Irma sufrió directamente la represión de las fuerzas de seguridad al encontrarse en Plaza Colón “junto a otras mujeres que no conocía sacamos un toldo de una pizzería de lujo que había en Av. Colón frente a la plaza, mientras estaba en esa tarea, recibí una andanada de palos en mi hombro derecho y vi volar por el aire la gorra del cana que me golpeaba, 6 o 7 hombres se lanzaron encima de él, quedando en calzoncillos”.

“Alrededor del medio día la policía no accionaba, se les habían terminado las bombas de gases, no tenía armas y no reprimía, guardaron sus perros y sus caballos”.

Al referirse a los participantes comenta: “ahí estaba el pueblo pidiendo justicia, nos encontrábamos cara a cara con los radicales, que en otras épocas tuvimos duras diferencias, no había banderías en especial, estábamos todos juntos haciendo barricadas y elevando el grito de justicia social”.

“Cuando llegamos al pleno centro, era de ver algo jamás imaginado, a esa hora del mediodía ya habían matado al obrero Máximo Mena, en el Bv. San Juan, el pueblo enardeció y perdió el control, empezando a destruir la ciudad, se desató un verdadero huracán de fuego y humo, en especial en la Av. Colón, donde se quemaban en fila los coches Citroën y Renault”.

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“Desde las terrazas de los altos edificios arrojaban diarios, revistas, sillas rotas, cochecitos de bebé en desuso, cajas, cajones de madera, etc., (…) todo servía para barricada, se escuchaba el romper de vidrios y puertas que saltaban, era un verdadero infierno, ardía -la sastrería- Thompson & Williams, armerías y todo negocio de firmas extranjeras, en especial yanquis e inglesas”.

El por entonces jefe del IIIº Cuerpo de Ejercito General Sánchez Lahoz recibió órdenes de Buenos Aires para reprimir la revuelta y se declaró el Toque de Queda “alrededor de las cinco de la tarde irrumpió el Ejército con tanques ya que las calles eran imposibles de transitarlas con otra clase de vehículos”.

“Al anochecer aparecieron francotiradores que continuaron la lucha, esta vez contra el Ejército. Los camiones circulaban llevando todo al que encontraban, empezaron a ir de casa en casa a sacar la gente, nunca se supo con exactitud cuánta gente murió en el ‘Cordobazo’. Sé que mi sobrino, Ignacio Busto, desde ese día nunca más se supo de él, por más trámites que hicieron los padres, así muchos otros, que no figuraron en ninguna lista”.

 Numerosos dirigentes gremiales, estudiantiles y militantes de diversas organizaciones fueron detenidos  y juzgados bajo Consejos de Guerra, entre ellos, el Secretario General del gremio Luz y Fuerza, Agustín Tosco.

 “Mientras ese día, 29 de Mayo, los tiroteos continuaban, esa tarde me fui a casa de mi hermana, no quería volver a mi casa porque no sabía si había seguimientos, pero más fui para curarme de los palos recibidos, tenía un gran hematoma en la clavícula, mi hermana muy asustada quería llamar al médico o llevarme a algún consultorio u hospital, ¡le digo que no! ‘¿Qué le digo al médico? ¡Que la cana me cagó a palos!!’(…) me curé con remedios caseros y seguí como siempre, con toda naturalidad volvía a mi casa, el dolor se había atenuado”.

 “Al tercer día empezaron a circular los colectivos; (…) yo volví a mi trabajo, en una casa de familia donde trabajaba por horas, esa gente me conocía desde la niñez y gozaba de una confianza, ellos desconocían mi actividad política (…), el señor de la casa era un Comisario Inspector Antonio Roselli, así me enteraba de muchas cosas, llevada por la confianza que me tenían entré en conversación de los acontecimientos recientes, a lo que el Comisario me muestra la Orden del Día, donde había una larga lista de capturas, donde figuraba con el apellido equivocado, decía Irma ‘Saliche’ y me seguían todas personas conocidas, por cierto no demostré la mínima sorpresa, lo tomé con gran naturalidad y porqué no, con cierto cinismo, memoricé algunos nombres y me fui de casa en casa avisándoles, así pudimos zafar de caer en cana, la captura era provincial, o sea en todo Córdoba. La ciudad volvió a la tranquilidad, pero el Toque -de Queda-seguía, sólo se escuchaba de vez en cuando el tiro y el sordo resonar de las botas de los soldados en las calles por las noches”.

 “Al quinto día, ni sé cómo, me encontré en Buenos Aires junto con un grupo de compañeros que éramos candidatos al calabozo, abandoné trabajo, casa e hijos, etc. Luz y Fuerza nos dio los pasajes por avión y allá nos esperaban, nos recibieron muy bien, yo fui a casa de una compañera que no sabía ni cómo me llamaba, luego supe que era la esposa de John Williams Cook. La acción de unidad demostró claramente que las dictaduras, por duras que sean, pueden tambalear”.

 

 

El “Cordobazo” provocó varias renuncias en el gobierno y fue el inicio de un proceso de agudización de la protesta social y la lucha armada. 


Perfil

Nací en la ciudad de Córdoba, Argentina el 02 de mayo de 1985. Actualmente me encuentro cursando el 4º año de la Licenciatura en Comunicación Social en el Colegio Universitario de Periodismo Obispo Trejo y Sanabria.
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